Tango Zen Journal, November 21, 2024
"Dancing Into the Zone: Beyond Movement"
"Bailando en la Zona: Más Allá del Movimiento"
In December 1993, I found myself at a console in the Johnson Space Center at NASA, located in Houston, Texas, supporting the first Hubble Space Telescope servicing mission. As the astronauts floated in space, I watched them using the instrument I had worked on for years—an instrument I affectionately called "my baby."
At that moment, sitting on Earth and looking into the vast blackness of space through the console, I felt an instant connection to the immense universe beyond the Space Shuttle. It was as though I could reach out and touch the infinite. This profound feeling of connection marked what I now recognize as my first Zen moment—a merging of presence and timelessness, something I had learned about in my childhood schooling in South Korea, but only truly experienced in that moment.
After this transformative experience, I visited bookstores in search of books on Zen, eager to understand and validate what I had felt.
Fast forward to 1997, when I began dancing tango. During countless hours of practice with my partner, I had another Zen moment. One evening, as the music played and we danced, I felt myself disappear—lost in a state of timelessness and spacelessness. When the music ended, I asked my partner, "Where was I?" She said, "You were right here," but I knew I had been somewhere else entirely.
As I matured as a dancer, I found that I could enter this "zone" more frequently, and I began selecting partners who could resonate with my energy and share this experience. Beyond physical connection, it became about emotional and spiritual connection—transcending the dance floor.
These experiences inspired me to create Tango Zen, a practice that merges tango with meditation. In 2005, I published my book Tango Zen: Walking Dance Meditation, and in 2012, I released the documentary Tango Your Life, chronicling my journey and my time living in Buenos Aires. Over the years, I refined my ability to guide others into this zone through workshops held around the world.
Last weekend, I conducted a Tango Zen workshop in Lobos, a beautiful town outside Buenos Aires. The reception was extraordinary—participants shared that they had been longing for an experience like this. As we danced, there was a palpable resonance, both as individuals and as a group.
Eli Costa, the organizer, shared a deeply moving observation. Referring to a 2:11-minute video of us dancing in a noisy milonga, she said:
"Watching this video again, I can SEE that the people around were talking loudly and moving around, there were noises from dishes, and yet we were dancing in Zen throughout the entire milonga. Thank you, Chan, for these 2:11 minutes. I was 'on another planet'... and you can SEE it!"
Her comment not only reflects what it means to dance in the zone but also highlights how Tango Zen can transform an ordinary moment into something profoundly extraordinary, even amidst everyday chaos. This level of emotional and spiritual connection is what we aim to share through our workshops.
These moments reaffirm the essence of Tango Zen to help dancers reconnect with themselves and their partners and rediscover tango in its most authentic and mindful form.
Our Tango Zen team is deeply committed to sharing this journey, helping more people experience the transformative joy of dancing in the zone. Whether alone or as part of a group, this practice brings an extraordinary sense of presence and connection, and we are excited to continue this project, taking Tango Zen to dancers around the globe.
Thank you for joining us on this journey. Let’s keep dancing in the zone!
Tango Zen: Walking Dance Meditation
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En diciembre de 1993, me encontraba en una consola en el Centro Espacial Johnson de la NASA, ubicado en Houston, Texas, apoyando la primera misión de mantenimiento del Telescopio Espacial Hubble. Mientras los astronautas flotaban en el espacio, los observaba utilizando el instrumento en el que había trabajado durante años, un instrumento al que cariñosamente llamaba "mi bebé".
En ese momento, sentado en la Tierra y mirando la vasta negrura del espacio a través de la consola, sentí una conexión instantánea con el inmenso universo más allá del transbordador espacial. Era como si pudiera extender mi mano y tocar lo infinito. Esa profunda sensación de conexión marcó lo que ahora reconozco como mi primer momento Zen: una fusión de presencia y atemporalidad, algo que había aprendido en mi infancia en Corea del Sur, pero que solo experimenté verdaderamente en ese instante.
Después de esta experiencia transformadora, visité librerías en busca de libros sobre el Zen, ansioso por comprender y validar lo que había sentido.
Avancemos hasta 1997, cuando comencé a bailar tango. Durante incontables horas de práctica con mi pareja, tuve otro momento Zen. Una noche, mientras sonaba la música y bailábamos, sentí que desaparecía, perdido en un estado de atemporalidad y sin espacio. Cuando terminó la música, le pregunté a mi pareja: "¿Dónde estaba?". Ella respondió: "Estabas aquí", pero yo sabía que había estado en otro lugar completamente diferente.
A medida que maduré como bailarín, descubrí que podía entrar en esta "zona" con más frecuencia y comencé a elegir parejas que pudieran resonar con mi energía y compartir esta experiencia. Más allá de la conexión física, se trataba de una conexión emocional y espiritual que trascendía la pista de baile.
Estas experiencias me inspiraron a crear Tango Zen, una práctica que fusiona el tango con la meditación. En 2005, publiqué mi libro Tango Zen: Walking Dance Meditation, y en 2012, lancé el documental Tango Your Life, que relata mi viaje y mi tiempo viviendo en Buenos Aires. Con los años, perfeccioné mi capacidad para guiar a otros hacia esta zona a través de talleres realizados en todo el mundo.
El fin de semana pasado, realicé un taller de Tango Zen en Lobos, un hermoso pueblo a las afueras de Buenos Aires. La recepción fue extraordinaria: los participantes compartieron que habían estado anhelando una experiencia como esta. Mientras bailábamos, se sentía una resonancia palpable, tanto como individuos como en grupo.
Eli Costa, la organizadora, compartió una observación que me conmovió profundamente. Refiriéndose a un video de 2:11 minutos de nosotros bailando en una milonga ruidosa, dijo:
"Mirando nuevamente este video, puedo VER que la gente alrededor hablaba fuerte y cambiaba de lugar, había ruidos de vajilla, y sin embargo, estuvimos bailando en Zen toda la milonga. Gracias, Chan, por estos 2:11 minutos. Estuve 'en otro planeta'... ¡y se puede VER!"
Su comentario no solo refleja lo que significa bailar en la zona, sino que también resalta cómo Tango Zen puede transformar un momento ordinario en algo profundamente extraordinario, incluso en medio del caos cotidiano. Este nivel de conexión emocional y espiritual es lo que buscamos compartir a través de nuestros talleres.
Estos momentos reafirman la esencia de Tango Zen para ayudar a los bailarines a reconectarse consigo mismos y con sus parejas, y a redescubrir el tango en su forma más auténtica y consciente.
Nuestro equipo de Tango Zen está profundamente comprometido a compartir este camino, ayudando a más personas a experimentar la alegría transformadora de bailar en la zona. Ya sea solos o como parte de un grupo, esta práctica brinda un extraordinario sentido de presencia y conexión, y estamos emocionados de continuar este proyecto, llevando Tango Zen a bailarines de todo el mundo.
Gracias por unirse a este viaje. ¡Sigamos bailando en la zona!
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