Tango Zen Journal, December 10, 2024
"The Tango Legacy: Connection to Transmission"
"La Herencia del Tango: De la Conexión a la Transmisión"
Many years ago, I was fortunate to meet Ricardo Vidort—a milonguero, mentor, and dear friend—whose impact on my tango journey has been profound. Ricardo laid the foundation of my tango path, and even after his passing in 2006, his spirit and teachings continue to resonate in my life.
Ricardo’s influence goes beyond his presence. I’ve met dancers worldwide who admire his style and philosophy. When I lived in Buenos Aires in 2009, a European student arrived at one of my workshops carrying a laminated sheet filled with Ricardo’s quotes, a constant reminder of the connection he aspired to replicate. He sought to embody Ricardo’s dance, but the reality struck me: without direct experience of milonguero culture, such a journey becomes exceedingly challenging.
This past weekend, another admirer reached out, longing to delve deeper into Ricardo’s world. We met in Switzerland, where he shared his passion and desire to emulate the milonguero spirit. While his determination is admirable, I couldn’t help but reflect on the essence of tango: it’s not merely a technique or style—it’s an energy, an emotional transmission shared through an embrace. Without experiencing this firsthand, much is lost in translation.
In my journey, I’ve been blessed to share the dance floor with milongueros like Ricardo and with remarkable tangueras whose embraces were transformative. Their touch, energy, and connection left an indelible mark on my tango spirit. These encounters taught me that tango isn’t about steps but about connection—an art that transcends movement to reach the soul.
While milongueros like Ricardo influenced my approach, the ladies I’ve danced with played an equally vital role in my growth. Among them is Silvia, featured in the attached video clip, who passed away in 2010. Her embrace was unforgettable—gentle yet firm, transmitting warmth, energy, and connection. The sensation of her touch, the temperature of her skin, and the sincerity of her embrace still resonate with me. Silvia’s presence on the dance floor was a masterclass in emotional connection.
Other remarkable women have similarly contributed to my maturity as a dancer. Their ability to share stories through dance, listen to music with their hearts, and create moments of unparalleled connection has been transformative. Each of them taught me that tango is not just about leading or following; it’s about mutual exchange, trust, and openness. Their guidance, whether intentional or subconscious, shaped my understanding of what it means to truly connect in tango.
For those outside Buenos Aires, recreating this essence is daunting. Tango marathons and encuentros can foster growth, but without a true reference point for milonguero culture, the deeper layers of tango may remain elusive. Even in Buenos Aires, the tradition of transmitting this spirit is dwindling, making such experiences rare and precious.
I remain committed to sharing this spirit with those genuinely interested and ready to embrace the discipline and openness required. If you seek to experience tango in its purest form, I encourage you to explore, connect, and learn—whether through Buenos Aires or through those who carry its essence.
Tango is more than a dance; it’s a journey of discovery, connection, and growth. Keep dancing with meaning, and may your milonga moments bring you closer to the heart of tango.
Abrazo milonguero,
Chan
====================
Hace muchos años, tuve la fortuna de conocer a Ricardo Vidort, un milonguero, mentor y querido amigo, cuya influencia en mi camino en el tango ha sido profunda. Ricardo sentó las bases de mi trayectoria en el tango, y aunque falleció en 2006, su espíritu y enseñanzas siguen resonando en mi vida.
La influencia de Ricardo trasciende su presencia física. He conocido a bailarines de todo el mundo que admiran su estilo y filosofía. En 2009, mientras vivía en Buenos Aires, un estudiante europeo llegó a uno de mis talleres con una hoja plastificada llena de citas de Ricardo, un recordatorio constante de la conexión que buscaba replicar. Quería encarnar el baile de Ricardo, pero me di cuenta de algo importante: sin la experiencia directa de la cultura milonguera, ese camino se vuelve extremadamente difícil.
El pasado fin de semana, otro admirador se acercó a mí, deseando profundizar en el mundo de Ricardo. Nos encontramos en Suiza, donde compartió su pasión y su deseo de emular el espíritu milonguero. Aunque admiro su determinación, reflexioné sobre la esencia del tango: no se trata solo de técnica o estilo, sino de una energía, una transmisión emocional que se comparte a través del abrazo. Sin experimentar esto de manera directa, se pierde mucho en la traducción.
En mi recorrido, he tenido la bendición de compartir la pista con milongueros como Ricardo y con tangueras notables cuyos abrazos fueron transformadores. Su toque, energía y conexión dejaron una marca imborrable en mi espíritu tanguero. Estas experiencias me enseñaron que el tango no se trata de pasos, sino de conexión, un arte que trasciende el movimiento y llega al alma.
Aunque milongueros como Ricardo influyeron en mi enfoque, las mujeres con las que he bailado desempeñaron un papel igualmente vital en mi crecimiento. Entre ellas está Silvia, mostrada en el video adjunto, quien falleció en 2010. Su abrazo era inolvidable: suave pero firme, transmitiendo calidez, energía y conexión. La sensación de su toque, la temperatura de su piel y la sinceridad de su abrazo aún resuenan en mí. Su presencia en la pista era una clase magistral de conexión emocional.
Otras mujeres notables también han contribuido a mi madurez como bailarín. Su habilidad para compartir historias a través del baile, escuchar la música con el corazón y crear momentos de conexión incomparables ha sido transformadora. Cada una de ellas me enseñó que el tango no es solo liderar o seguir, sino un intercambio mutuo, confianza y apertura. Su guía, intencional o subconsciente, moldeó mi comprensión de lo que significa conectar verdaderamente en el tango.
Para quienes están fuera de Buenos Aires, recrear esta esencia es un desafío. Las maratones de tango y los encuentros pueden fomentar el crecimiento, pero sin un verdadero punto de referencia para la cultura milonguera, las capas más profundas del tango pueden seguir siendo elusivas. Incluso en Buenos Aires, la tradición de transmitir este espíritu está disminuyendo, haciendo que estas experiencias sean raras y valiosas.
Sigo comprometido a compartir este espíritu con aquellos genuinamente interesados y listos para abrazar la disciplina y apertura necesarias. Si buscas experimentar el tango en su forma más pura, te animo a explorar, conectar y aprender, ya sea a través de Buenos Aires o de quienes llevan su esencia.
El tango es más que un baile; es un viaje de descubrimiento, conexión y crecimiento. Sigue bailando con significado, y que tus momentos en la milonga te acerquen al corazón del tango.
Abrazo milonguero,
Chan
Comments